Insectos pueden ayudar a comunidades a monitorear calidad del agua

Archivado en: Historias EARTH
Fecha: 19 de Octubre de 2012

Rara vez las cucarachas son bienvenidas. Pero si usted las encuentra a lo largo del fondo de un río en Costa Rica, siéntase libre de zambullirse. Estos insectos, junto con caracoles y otros macroinvertebrados (animales carentes de columna vertebral que son visibles sin ayuda de un microscopio) pueden servir como bioindicadores: medidores vivientes de la calidad del agua en un río y en sus comunidades aledañas. Su presencia puede revelar mucho acerca del impacto de las actividades humanas en un ecosistema acuático.

Si bien es cierto que las especies encargadas de hacer el diagnóstico pueden variar de acuerdo con la región, en las tierras bajas del Caribe costarricense las cucarachas representan una señal de la pureza del agua. Una abundancia de caracoles, por otra parte, indica contaminación, en vista de que estos se reproducen cuando hay concentraciones altas de estiércol, aguas residuales y otros químicos agrícolas o industriales.

Educando a los futuros administradores de nuestro planeta
Monitorear la calidad del agua con bioindicadores es lo suficientemente sencillo como para ser implementado hasta por estudiantes de primaria, según lo comprobó un proyecto de graduación en 2007.

Profesor Kohlmann, profesora Betsabe Lares y profesor Rodrigo Palma

Para la investigación, José Itzep y Rosario Solís (Promoción 2007, Guatemala) trabajaron con estudiantes de la escuela Las Mercedes y del Liceo de Guácimo, con el fin de medir la calidad del agua en las comunidades aledañas. Para ello, utilizaron el Equipo de Trabajo de Monitoreo Biológico, el cual fue desarrollado en Inglaterra en los años 70 como un método barato, rápido y confiable de evaluación de la calidad del agua, según explicó el profesor de EARTH Bert Kohlmann. El sistema fue adaptado para Costa Rica bajo las siglas BMWP-CR.

Sumergiéndose en los ríos Dos Novillos y Guácimo, y escalando las quebradas de la zona para recoger información, José, Rosario y los estudiantes se concentraron en la presencia de la familia Perlidae (moscos de piedra). Su existencia en altos números indica una excelente calidad del agua. Por el contrario, la presencia de unos pocos evidencia una condición insalubre.

Aunque no fue posible establecer una conexión entre los problemas de la calidad del agua y situaciones específicas o fuentes de contaminación, José y Rosario comprobaron que los estudiantes desarrollaron una consciencia ambiental, habilidades de organización y una comprensión de la técnica en cuanto a los procesos de evaluación del agua de sus comunidades. En su reporte, un joven de la escuela Las Mercedes expresó: “Durante el biomonitoreo, nos dimos cuenta de que los ríos están contaminados y nosotros los seres humanos contribuimos con esa contaminación. Por eso, no hay que botar basura en los ríos y hay que decirles a todos la importancia del agua y nuestros ríos”.

“Como ver una película en vez de tomar una foto”
De acuerdo con Bert Kohlmann, los sistemas de monitoreo con bioindicadores ofrecen una imagen muchísimo más amplia y útil que las pruebas químicas convencionales, las cuales suelen ser costosas. Según explicó: “Son indicadores mucho más sensibles. Es como ver una película en lugar de tomar una foto”.

El profesor Kohlmann comenzó la investigación con bioindicadores en 1999, cuando conoció al respecto durante un sabático a la Universidad de Saarland, en Alemania. Gracias a su investigación y empeño, ha ayudado a establecer la importancia de este método a nivel internacional. En su papel como consultor científico para el gobierno mexicano, ha ayudado al país a utilizar los bioindicadores como una práctica estándar para medir la calidad del agua. Ahora, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que forma parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, ha seguido el ejemplo de México en la práctica.

El trabajo del profesor Kohlmann también ha beneficiado al Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la Universidad de Costa Rica. Karla Ruiz, coordinadora de investigación en el laboratorio de ecotoxicología del CICA, comentó: «El doctor Kohlmann ha sido experto técnico del OIEA y ha transmitido el uso de esta técnica a profesionales del área ambiental en Latinoamérica, entre ellos compañeros de El Salvador, Chile, Costa Rica y Argentina. Además, ha promovido el uso de esta herramienta en las comunidades, con el fin de compartir el conocimiento con agricultores y vecinos de las cuencas en estudio por medio del índice BMWP.»

A través de la publicación de su próximo libro sobre las evaluaciones del impacto de biopesticidas en la calidad del agua (editado por el OIEA), el profesor Kohlmann busca continuar educando a otros sobre el potencial de los bioindicadores.

Accesible para las comunidades rurales
El protagonismo de los bioindicadores ha crecido a nivel global. El profesor Rodrigo Palma, quien trabaja en el área de la limnología (ciencia que se dedica al estudio del agua), junto con el servicio de agricultura y ganadería chileno, también aboga por el cambio de un método químico a uno integrado, en el cual se incluyan bioindicadores analíticos toxicológicos.

En mayo, por dos semanas, visitó el campus de EARTH en Guácimo junto con el investigador de la Universidad Nacional de Comahue en Argentina, profesora Betsabe Lares, con el fin de aprender más acerca de microbiología y aplicaciones de los bioindicadores. Palma ha apreciado la exactitud en la evaluación de las cuencas acuíferas utilizadas para la agricultura en la región chilena de Auracanía. Ahí, utilizó el protocolo del profesor Kohlmann, por lo que expresó su gratitud por la guía ofrecida.

Uno de los bioindicadores que el profesor Palma ha monitoreado es la Musculium genus, perteneciente a la familia de las Sphaeriidae, una especie de molusco encontrado en el río Tijeral de Chile. Su presencia puede indicar la cantidad de hierro en el agua, en vista de que este pequeño invertebrado bioacumula este elemento en un ambiente de agua fresca. De esta forma, cuando se determina su número antes y después del uso de pesticidas, se pueden calcular sus efectos en ríos y comunidades cercanas de maneras que no son medibles a través de las pruebas químicas. Para un elemento tan vital como el agua, la diferencia cuenta. Por esta razón, el profesor Palma prefiere especialmente los bioindicadores en zonas rurales. Con un entendimiento básico, las comunidades pueden hacer sus propias pruebas y entender mejor sus problemas ambientales.

En particular, para los productores es importante medir cómo sus actividades afectan el agua y actuar de acuerdo con ello. Ahora, con los lineamientos de los bioindicadores como referencia, los agricultores y sus comunidades pueden actuar juntos basados en sus propias conclusiones científicas.

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3 Comments

  1. Lalfaro dice:

    Muy buen proyecto. Es importante incluir a las comunidades y productores con menor posibilidades educativas para desarrollar este tipo de proyectos.

  2. Jorge. dice:

    Excelente que proyecten este conocimiento a las comunidades locales, para monitorear y tomar consciencia de lo valiosa que es el agua y cuidarla.  Durante mi eduación en Earth, recibimos teoría y realizamos laboratorios sobre este tema con el profesor Bert. Fue un curso fantástico, con un profesor fantástico. Gracias Don Bert

    • Bkohlman dice:

      Jorge,

      muchas gracias por tus amables comentarios.

      ¡Muchos saludos!

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