Cinco mujeres indígenas revolucionando el mundo de la moda

Archivado en: Noticias EARTH
Fecha: 26 de Junio de 2023

Es el primer día de la Cumbre Hult Prize de Río de Janeiro, una competencia que reta a jóvenes a buscar soluciones a los principales problemas globales a través de emprendimientos sociales y que premia con un millón de dólares al equipo ganador para desarrollar su proyecto. En el escenario, Miss Brasil 2022, Mia Mamede, modera un foro sobre fast fashion y su impacto ambiental. Entre el público, Wendy Esquit (Promoción 2024) maya Kaqchikel de Guatemala, Floridalma Miguel (Promoción 2024) maya Q’anjob’al de Guatemala, Teresa Vázquez (Promoción 2024), maya Zoque de México y becada por Mastercard Foundation, Ana Morales (Promoción 2025) maya Kaqchikel y K’iche’ de Guatemala, y Jessenia Mármol (Promoción 2024) Kichwa Karanki de Ecuador, estudiantes de agronomía y no moda, prestan atención. Los ojos de Mia se quedan absortos en la indumentaria tradicional de las cinco estudiantes y llama a una de ellas al escenario.

Ana se pone de pie, camina y toma el micrófono. Responde la pregunta de la anfitriona: su traje es especial en la cultura maya, es todo bordado a mano con materiales resistentes al tiempo, materiales que vienen de la tierra. Ana explica que ese es el traje que usó en su fiesta de quinceañera, una tradición de algunos pueblos latinoamericanos. Cuando lo cuenta ríe, han pasado siete años desde que usó su traje por primera vez y sigue intacto. Su indumentaria no tiene que ver nada con la moda desechable que – actualmente – se ve en todos los escaparates del mundo.

“A veces se menosprecia el trabajo de los artesanos que crean objetos y textiles a mano, de mejor calidad y duración. La sostenibilidad y los cambios globales pueden nacer de pequeñas acciones y decisiones personales, porque nosotras creemos que lo personal es político y que somos lo que escuchamos, lo que comemos, lo que vestimos. Si comenzamos con pequeñas acciones como tomar consciencia de lo que usamos, ya estamos aportando a la transformación que el mundo necesita”, contó Ana.

Ese momento fue clave para las cinco mujeres que crearon Kaji’I’x, un emprendimiento enfocado en la elaboración de bolsos compostables hechos con acículas de pino e hilo de agave, materias primas utilizadas por pueblos originarios desde hace miles de años. Con este proyecto concursaron en Hult Prize, que este año estuvo enfocado en la industria de la moda. Wendy cuenta que algunas personas se preguntaban qué hacían cinco mujeres indígenas de zonas rurales, futuras agrónomas, en una competencia de moda, y ellas aprovechaban para decir ¿De dónde vienen el hilo de maíz que quieres usar para tus vestidos y las tinturas con las que das color a tus textiles? Nosotras trabajamos y estudiamos la tierra y aprendemos a generar esa materia prima”.

Más adelante, las cinco estudiantes presentaron frente al jurado su emprendimiento. En un pitch de cuatro minutos contaron que Kaji’I’x fue creado en honor al calendario maya y que tiene un significado espiritual como protector de las montañas y de las mujeres. Explicaron que el diseño del bolso comienza con una espiral que simboliza el momento cero en la cosmología maya y que el pino y el agave se descomponen con facilidad, en cuestión de meses, bajo procesos simples de compostaje. Dijeron con mucha claridad que su objetivo es rescatar conocimientos ancestrales relacionándolos con la tecnología, el marketing y las necesidades sostenibles del mundo. Afirmaron que también quieren generar una fuente de empleo para los pueblos originarios, manteniendo su conexión con la naturaleza y promoviendo el desarrollo socioeconómico de sus comunidades.

La idea original del proyecto se originó a través de Artesanías Gaby, la empresa de la familia de Wendy. Lograron llegar a la Cumbre en Río de Janeiro después de ganar el primer lugar en un concurso interno en EARTH, en el que participaron cinco equipos y que fue conducido por Tulisha Malichi (Promoción 2025, Zambia), coordinador del Hult Prize en la Universidad. Otro equipo se presentará en la cumbre de Monterrey, México y otro – de manera virtual – en la cumbre en Nueva York.

Aunque Kaji’I’x no logró pasar a la siguiente fase, el aprendizaje y el orgullo trasciende. “No pasamos a la segunda ronda pero el trabajo es más que ello. Ganamos mucho durante el proceso y el viaje a Río de Janeiro porque conectamos con la gente, reivindicamos el trabajo de los artesanos indígenas  y las personas escucharon y entendieron nuestro mensaje”, dice Ana.

No es para menos: compitieron con estudiantes de muchas universidades prestigiosas, muchos de ellos enfocados en la industria textil. Se sienten orgullosas por eso y porque para ellas el camino no ha sido fácil. Se han enfrentado a un mundo que a veces está lleno de prejuicios con su indumentaria, con su lengua, con su cultura ancestral. Sus abuelas y sus madres no tuvieron las mismas oportunidades. Sus pueblos han sido marginados y colonizados a través del tiempo. Ellas se sienten responsables de gestar un cambio generacional, de ser un punto de partida para otras niñas y jóvenes que quieren hacer y quieren soñar tan grande como Floridalma, Teresa, Wendy, Ana y Jessenia.