Historias de Graduados

Polinizando futuro: la visión sostenible de un apicultor guatemalteco

Luis Eduardo Girón (Promoción 2005, Guatemala), lleva por herencia las manos y el espíritu de apicultor. Vio a su abuelo y padre trabajar con las abejas desde que era un niño. Los veía ponerse los trajes protectores, y así, casi como astronautas vestidos de blanco, se acercaban con cuidado y respeto a las colmenas de abejas inquietas para cultivar su miel. En esos momentos nació un interés particular por esta pequeña especie polinizadora, esencial e imprescindible para la seguridad alimentaria.

En el 2010, debido a la “crisis de la miel” que se produjo a nivel mundial por el colapso de colonias y la muerte masiva de abejas, principalmente en Europa, Luis Eduardo decidió comercializar la reserva de su familia y, además, convertir el proyecto en un modelo de negocio sostenible y dinámico que no respondiera solo a esa urgencia global, sino también a la conservación de la especie, a la producción de miel de alta calidad y a la diversificación de productos derivados, como la miel cremada y la cera de abejas.

 

Colmena Don Antonio es el nombre del proyecto, en honor a su abuelo, quien comenzó con la apicultura en los años 70. Para poder diversificar los productos y ofrecer algo distinto en el mercado, Luis Eduardo comenzó a cultivar abejas en apiarios ubicados en distintas regiones de Guatemala, ya que a través de la floración se consiguen variantes en el sabor y el color.

Muchos factores pueden influir en estas características de la miel, como el entorno botánico, principalmente, que son el clima y la altura sobre el nivel del mar. Si una abeja poliniza, por ejemplo, un árbol de aguacate, de cítricos o de café, los aromas de los frutos se van a transmitir a la miel. De esta forma, Luis Eduardo y el equipo de Colmena Don Antonio, han logrado poner en el mercado mieles que provienen de regiones como el trópico seco, zonas cafetaleras y el trópico húmedo y cada producto cuenta con características particulares.

 

Las aventuras del Apiturismo

 

En el 2016, casi por accidente, nació el Apiturismo dentro de Colmena Don Antonio. La curiosidad de un chef francés por comprobar la pureza de la miel fue clave. El chef quería comenzar a usar el producto como materia prima para su cocina y entonces Luis Eduardo no lo dudó: quería mostrarle que él era el apicultor que cultivaba las abejas, que no había ningún intermediario que pudiese alterar la pureza y la calidad, y que su miel se producía de una forma sostenible, pensando rigurosamente en factores como la floración para potenciar las propiedades y características del producto final.

El chef visitó el apiario, se puso un traje protector, caminó como astronauta en medio de las colmenas y después de vivir esa experiencia, pudo comprobar la pureza y la calidad de una miel que ha pasado ya por tres generaciones. Fue ahí cuando Luis Eduardo y su esposa se dieron cuenta de que el proyecto tenía el potencial de convertirse en una plataforma lúdica y educativa para que las personas pudiesen aprender sobre las abejas y la apicultura. Aunque solo tenían unas cuantos velos protectores, decidieron emprender con el proyecto y hoy, personas de todas las edades pueden visitar el espacio y, como el chef francés, vivir la experiencia en su máxima expresión. 

Ahora, reciben estudiantes y empresas que quieren aprender sobre la apicultura, la biodiversidad y la importancia de los polinizadores. “Trabajamos con universidades, hoteles, agricultores y el sector gastronómico. Llevamos a la gente al origen del producto”, cuenta.

Según Luis Eduardo, existen más de 20,000 especies de abejas en el mundo, y solo en Guatemala se han identificado más de 385 de ellas. Sin embargo, menos del 3% de todas estas especies viven en sociedad, como las abejas melíferas, que son las más conocidas porque producen miel, se encuentran en las flores y están distribuidas en prácticamente todos los ecosistemas terrestres debido a su capacidad de adaptación a distintos climas y regiones. Sin embargo, estas abejas representan apenas la punta del iceberg, pues las demás especies también cumplen una función crucial como polinizadoras. Más del 90% de las plantas con flores dependen de los polinizadores, entre los que también hay mamíferos y, según investigaciones recientes en el Amazonas, incluso algunos anfibios.

Luis Eduardo ha instalado “Air Bee and Bees”, jugando con el nombre de la famosa plataforma virtual de alojamiento, para las abejas. Se trata de pequeños “hoteles”, casitas de madera ubicadas en distintos espacios de los apiarios, en donde las abejas se pueden refugiar. Además, Luis Eduardo maneja un inventario de especies y cultiva hierbas, flores y orquídeas para propiciar la polinización.

“El espíritu emprendedor me lo inculcaron en EARTH” dice, mientras  explica cómo la formación no sólo en Ciencias Agrícolas sino también en otras áreas como las finanzas, la comunicación y la empresarialidad, le ayudaron a crear Colmena Don Antonio y a tener una visión expansiva para el futuro del proyecto. Luis Eduardo también cree que al compartir con otras culturas mientras fue estudiante en EARTH, le permitió convertirse en una persona más tolerante, empática y humilde en su vida profesional y personal.

“Yo venía de una burbuja. Estudié en un colegio privado y cuando llegué a la Universidad, uno de mis primeros golpes de humildad fue escuchar a mi compañero de cuarto decir que iba a ahorrar hasta tercer año para ver si podía regresar a su país, Paraguay. Yo, en cambio, sabía que iba a viajar a Guatemala en tan solo cuatro meses, en las primeras vacaciones que teníamos. Esa conversación me hizo entender que no todas las personas cuentan con los mismos privilegios y me enseñó sobre la empatía. Mi compañero de cuarto me dio muchas lecciones de vida y todavía, a veinte años de nuestra graduación, somos grandes amigos”.

Como las abejas, Luis Eduardo es un impulsor de la comunidad y de los espacios en los que todos, insectos, animales y humanos, puedan aportar cosas buenas al mundo. Cosas tan buenas y tan dulces como la miel. 

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