Historias de Graduados

Una mujer rural que aboga por la salud mental

Posiblemente no había pasado ni una semana desde que llegó a EARTH por primera vez cuando Betania Taquiva Ramírez (Promoción 2016, Venezuela)  ya se había presentado con los 400 estudiantes, la facultad y todos los funcionarios del Campus Guácimo. “Yo andaba por ahí, diciéndole hola hasta a los pájaros, los monos y las vacas”, dice ella entre risas. Su entusiasmo era evidente: había logrado entrar a la Universidad de sus sueños después de tres años de intentos y de espera en el proceso de admisión. Desde los 10 años había estudiado en un colegio agropecuario y por eso tenía la convicción de que estudiar ciencias agrícolas era su camino para crecer como persona y como profesional. Su abuelo fue quien le enseñó sobre el valor de trabajar la tierra para poder obtener alimentos. Viéndolo a él, “su Nono”, cosechar cacao y café y ordeñar a las vacas de su finca, fue que ella decidió que quería ser agricultora.

Durante el tiempo que estuvo aplicando a EARTH, no se quedó con los brazos cruzados. Era una estudiante brillante y no quería parar de aprender. Como creció en una zona rural, su corazón estaba sembrado en el campo. Pensó que, entonces, podía estudiar medicina, pero no para estar en un hospital, sino para ser como una de esas médicas que recorren la ruralidad y lugares recónditos, para que todas las personas pudiesen tener acceso a la salud. Luego, una de las universidades públicas de Venezuela abrió la carrera de veterinaria por primera vez en su comunidad y Betania decidió que ese sería su destino: estudiar y trabajar por el mundo animal. Sin embargo, fue justo cuando comenzó a estudiar esa carrera cuando recibió una llamada de EARTH para comunicarle que, finalmente, había un lugar con su nombre en la Universidad, y que sería becada por Mastercard Foundation. 

Por eso, apenas puso sus pies en el Campus Guácimo, quiso abrazar al mundo entero, agradecer por cada experiencia y dar lo mejor de sí. En tercer año, cuando estaba por viajar a Guatemala para completar el curso de Pasantía, su padre, a quien consideraba su mejor amigo y un pilar en su vida, fue asesinado. Estaba abrumada y triste, pero recordó las palabras que le había dicho su papá un mes antes: “lo más importante es que te gradúes, que nada te detenga”. Betania se tomó esta frase como un mantra, o un mandato, y no se detuvo: hizo los exámenes, viajó a Guatemala y asumió, casi de inmediato, el lugar de su papá como el sostén económico de sus hermanas y su madre. Siente que logró esto gracias al apoyo del área de Asuntos Estudiantiles y al acompañamiento psicológico que le brindó la Universidad en aquel entonces.

Al graduarse, Betania consiguió rápidamente un trabajo en República Dominicana como gerente de producción en una finca exportadora de banano orgánico. En pocos meses, logró algo que había prometido desde niña: comprarle una casa a su mamá. “Ese era mi sueño desde siempre. Poder cumplirlo tan rápido fue una bendición. Todo se lo debo a la preparación y a las oportunidades que me dio EARTH y nunca me van a alcanzar las palabras para agradecer eso”.

 

Pero ese logro también la confrontó con un vacío. “Toda mi vida había sido estudiar, alcanzar metas, prepararme. Y cuando logré todo eso, me sentí perdida. No sabía cuál era mi siguiente sueño y me di cuenta de que no me había dado la oportunidad de vivir el duelo por mi papá”, confiesa.

Tiempo después, entró en un proceso depresivo y en un diagnóstico de su salud mental con el que ahora está aprendiendo a vivir de la mano de profesionales que la guían. “Siempre he sabido que soy intensa” cuenta riendo, “pero también sabía que no era normal el grado de euforia y felicidad con el que yo iba por la vida; cuando me tocó sentir la tristeza, la pude sentir igual de fuerte y me di cuenta de que es necesario transitar los duelos, vivir las cosas aunque lastimen y no tener miedo a ser vulnerable”.

Poco a poco, Betania ha encontrado espacios y personas para reconstruir su camino, siempre desde la ternura y la alegría. Aunque siente que quiere hacer mucho más para que su impacto como líder de cambio se expanda, sabe que ha comenzado por su núcleo: ha dado un apoyo fundamental a su familia después de una pérdida dolorosa y bajo un contexto sociopolítico inestable en su país de origen. Sabe, hoy más que nunca, que su vida está en el campo, que ahora que comienza a emprender en un negocio propio, puede sentir la dicha de ver cómo sus cultivos comienzan a crecer y a dar fruto, luego de que ella se esforzó por preparar la tierra, por esparcir las semillas, por regar cada planta. Y sabe, principalmente, que la salud mental es esencial para que su impacto prevalezca y se extienda en República Dominicana, Venezuela y el resto del mundo.

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