Durante sus estudios y después de graduarse de EARTH en 2014, Sam Hansen (Estados Unidos) llevó los conocimientos adquiridos en la Universidad a distintas partes del mundo. Tras trabajar en una finca de vegetales en Jamaica y en un huerto frutal en California, Sam regresó a Costa Rica y fundó un negocio de kombucha. Luego de desarrollar exitosamente este proyecto y de vender la empresa, se unió a Rancho Mastatal, un centro de educación para la sostenibilidad ubicado en Puriscal, Costa Rica. Ahí, Sam desempeña múltiples roles: desde la gestión de sistemas agroforestales y fermentación, hasta la enseñanza de cursos sobre permacultura y construcción natural. En general, su trabajo se centra en el desarrollo sostenible de comunidades, guiado por los principios éticos de la permacultura: cuidado de la Tierra, cuidado de las personas y repartición justa de los recursos.
Más que un centro educativo y de retiro, Rancho Mastatal es una comunidad enraizada en la sostenibilidad ambiental, en medios de vida significativos y vinculados al territorio, y en relaciones basadas en el cuidado mutuo. Su objetivo es fortalecer la comunidad y la economía local. Sam reflexiona que uno de los aspectos más valiosos de su formación en EARTH fue el enfoque en el desarrollo comunitario sostenible, algo que continúa aplicando en su trabajo.
Antes de aplicar a EARTH, Sam —quien creció en Costa Rica— comenzó a estudiar Física y Ciencias Ambientales en una universidad de Estados Unidos. Sin embargo, ante la incertidumbre sobre cómo podría aplicar su título al graduarse, decidió buscar una carrera profesional que se sintiera más significativa y práctica. Así fue como regresó a Latinoamérica, y un amigo le habló de EARTH. Aunque creció rodeado de agricultura, Sam no había considerado que las Ciencias Agrícolas pudieran formar parte de su camino.
Al llegar a EARTH, sintió un propósito claro y rápidamente encontró valor en el carácter práctico de la educación: participó en trabajos de campo y proyectos comunitarios que, según comparte, “sentaron las bases para una buena ética laboral y un conocimiento técnico sólido”. También se asombró con la calidad de sus profesores y sus pasiones. “Me permitió tomar fragmentos de la experiencia de cada uno y convertirlos en una formación súper multidisciplinaria en agronomía”, cuenta.
Sam describe los laboratorios y fincas del Campus Guácimo como un “parque de diversiones” donde pudo explorar con curiosidad y aprender tanto como fuera posible. En particular, disfrutaba de la finca orgánica, donde aprendió sobre el sistema de cultivo mandala, que hoy en día sigue siendo una parte importante de su trabajo. En las clases de diseño en permacultura que dirige, utiliza este sistema para enseñar cómo organizar una finca y para enfatizar que la agricultura consiste en seguir los ciclos de la naturaleza. “Es esencial para la humanidad entender que dependemos de los agricultores para vivir”, reflexiona.
Trabajar en Rancho Mastatal le permite a Sam poner en práctica todo lo aprendido en EARTH, no solo al compartir su conocimiento técnico, sino también en la manera en que aborda el desarrollo comunitario. Él y el equipo del proyecto se enfocan en el crecimiento de la comunidad local y en apoyar a sus vecinos. Aplican el principio ético de Reparto Justo al hacer que sus cursos sean más accesibles para que sus inversiones se mantengan lo más localizadas posible. El año pasado, el 65% de los gastos de la organización se destinó directamente a la comunidad en donde viven. Así como EARTH le enseñó a vivir en armonía con sus vecinos, Sam continúa viendo la agricultura como un esfuerzo colectivo.
Desde la enseñanza de cursos hasta el apoyo a su comunidad local, Sam puede ver el efecto multiplicador de su trabajo, y siempre busca formas de generar un impacto mayor. Recientemente ha estado investigando cómo obtener fondos para la regeneración ecológica. Piensa en grande: cómo producir y ofrecer alimentos nutritivos y de alta calidad de forma sostenible, incorporando técnicas de restauración de suelos y ecosistemas. Busca darle valor a las tierras degradadas por la acción humana y aprovechar su potencial para proyectos regenerativos. Su esperanza es que esto genere un efecto dominó, creando un impacto positivo tanto para las personas como para el planeta.