Responsabilidades

  • Elaborar y actualizar reportes sobre la población estudiantil.
  • Generar reportes estadísticos y dar seguimiento al rendimiento académico de los estudiantes, aportando insumos para la toma de decisiones y el cumplimiento de lineamientos institucionales.
  • Apoyar en la programación de horarios, administración del uso de las aulas y ferias de servicio.
  • Apoyar en la organización de la ceremonia de graduación y otros actos académicos, asegurando el cumplimiento de los trámites y requisitos correspondientes.
  • Brindar apoyo a la Dirección de Registro e Información Académica y Asuntos Académicos en otras gestiones que se requieran.

Requisitos:

  • Diplomado en secretariado o estudiante avanzado de administración de empresas, bibliotecología o carrera afín.
  • Al menos de 1 a 3 años de experiencia en puestos similares.
  • Experiencia en trámites administrativos.
  • Dominio intermedio o alto de Microsoft Word, Excel, PowerPoint y Outlook.
  • Manejo del idioma inglés intermedio.
  • Licencia conducir B1.

Competencias:

  • Responsabilidad y discreción en el manejo de información.
  • Orientación al cliente.
  • Capacidad de planificación y organización.

Por favor, indicar en el asunto: Oficial de Registro, Guácimo.

“Yo tenía un sueño bien básico, no estaba pidiendo un carro ni un viaje ni esas cosas con las que sueñas cuando eres joven. Lo que yo quería era algo a lo que todos deberíamos de tener acceso: estudiar”. Eso cuenta Yngrid Espinoza Villaruel (Promoción 2011, Perú) mientras rememora el camino que le tocó transitar: una Yngrid de nueve años que vendía refrescos y dulces en la calle; una adolescente que siempre estaba buscando algún tipo de trabajo para ayudar a su familia; y una joven universitaria que hacía todo lo posible por seguir estudiando y, a su vez, conseguir un plato de comida diariamente. No lo cuenta con vergüenza ni lástima, lo dice con la confianza de quien sale victorioso de una gran hazaña.

 

Yngrid es la segunda de cuatro hermanos, hijos de una madre soltera. Aunque comenzó a trabajar siendo una niña, siempre fue fiel a su sueño. Se sumergía en los libros “como ratón de laboratorio”, según cuenta, y, aunque tenía que poner su energía en ayudar a su mamá a subsistir, siempre fue una estudiante destacada. Aplicó a EARTH cuando cursaba el segundo año en una universidad nacional en su país.

El día que recibió la llamada en la que le dijeron que había sido admitida, se quedó en shock un largo tiempo. No solo había sido admitida sino que también había sido seleccionada para recibir la primera beca total impulsada por graduados y graduadas EARTH.

 

“Cuando vienes de un contexto vulnerable la percepción sobre ti misma, sobre lo que eres capaz de hacer, se reduce. En EARTH compartía clases con chicos que eran hijos de empresarios y con otros que venían de situaciones como la mía, pero todos comíamos los mismos alimentos, dormíamos en las mismas residencias, recibíamos el mismo trato y el mensaje que captaba era que yo también merecía esa oportunidad, que yo también era capaz. Esa fue la bendición que me dieron los graduados: no solo me regalaron el derecho a estudiar sin preocuparme por qué comer, sino también la confianza para seguir adelante”.

Siendo estudiante, Yngrid realizó trabajo remunerado dentro del Campus Guácimo para seguir apoyando a su familia, principalmente a sus hermanos menores quienes hoy en día están a punto de terminar sus estudios en la universidad. Tras graduarse, Yngrid comenzó una trayectoria profesional marcada por la innovación y el compromiso social. Entre el 2012 y 2016 trabajó en el diseño de modelos de agricultura sostenible en comunidades rurales dentro de las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional del Manu (Perú) y del Parque Nacional Corcovado (Costa Rica), en colaboración con el científico Adrian Forsyth. Más adelante, entre el 2016 y 2024, cofundó la primera empresa de fertilizantes organominerales de América Latina, con el objetivo de mejorar la fertilización de pequeños agricultores y promover la captura de carbono mediante el mejoramiento de suelos, junto con Vasco Masias del Grupo La Calera.

 

Actualmente, impulsa proyectos piloto dirigidos a mujeres jóvenes en sectores tecnológicos para fortalecer sus habilidades técnicas, socioemocionales y de liderazgo y para capacitarlas sobre sus derechos laborales y su potencial emprendedor. un proyecto enfocado en el acceso a la educación para mujeres de zonas rurales que están iniciando transicion a la vida laboral.

 

Además, su vínculo con EARTH se ha mantenido vivo: gestionó la llegada a Perú de 11 pasantes y graduados de la Universidad para colaborar en proyectos de alto impacto, además de coordinar visitas de diversos profesores EARTH para brindar capacitaciones, y se mantiene activa como una graduada anuente a participar en distintos proyectos para el desarrollo de las comunidades. “Siempre sentí que ayudar a otras personas era una manera de honrar la oportunidad que tuve”, dice.

 

La Yngrid de nueve años que salía a la calle a ganarse la vida, ahora es una profesional que logró romper un ciclo de pobreza, y que trabaja por que otras mujeres puedan tener acceso a condiciones justas para que un sueño tan básico como estudiar, sea posible para todas.

David Steiger siempre ha estado comprometido con hacer de su comunidad, y del mundo, un lugar más justo. David, que se graduó en el 2011 y es originario de Suiza, fue uno de los primeros estudiantes del continente europeo en asistir a nuestra Universidad. Actualmente trabaja en Robi, una ONG que brinda servicios a niños vulnerables en Olten, su pequeño pero diverso pueblo natal, en donde un porcentaje significativo de habitantes son inmigrantes provenientes de Albania, Eritrea, Afganistán, Siria e Irak.

 

David ha trabajado en la organización durante ocho años y es responsable de dirigir uno de los centros. Mientras explica su labor en una llamada virtual, gira el teléfono y dirige la cámara hacia un contenedor remodelado que sirve como una de las sedes de la organización: un espacio para que niños de diferentes orígenes trabajen en proyectos creativos, aprendan sobre la convivencia respetuosa y desarrollen su autoeficiencia. David, un agroecologista no solo de formación sino también de corazón, siempre utiliza sus conocimientos para enseñar a otros y se asegura de que sus estudiantes aprendan sobre compostaje y siembra. “Estos son niños de zonas urbanas que viven en apartamentos pequeños”, dice, “es muy importante que puedan acercarse a la naturaleza, así que trato de llevar esa conexión a su vida”.

 

Como alguien que siempre ha buscado experiencias y relaciones interculturales, David ha demostrado un deseo innato de trabajar en entornos multiculturales y una gran capacidad para hacerlo con respeto. Una de las principales enseñanzas que se llevó de su paso por EARTH fue la diversidad de estudiantes, funcionarios y profesores. “Conocer a personas de distintas culturas y orígenes fue parte de la experiencia que me hizo sentir millonario. Vengo de un lugar multicultural, Suiza es muy diversa, y mi pueblo también. Ya había hecho un programa de intercambio antes de la universidad, pero EARTH consolidó esa vivencia. Te das cuenta de que puedes sentirte cercano a alguien aunque venga de otro lugar. Mis amigos en la Universidad venían de contextos privilegiados y desfavorecidos, de todas partes del mundo, pero eso no importaba, porque todos estábamos ahí, viviendo juntos de la misma manera. Éramos una sola familia con miembros que venían de diferentes lugares”.

Durante su curso de Pasantía en tercer año de carrera en EARTH, David ya mostraba su compromiso con la justicia social y su deseo de trabajar con los más vulnerables. Llegó a Haití justo después del terremoto de enero del 2010, el tercero más mortífero en la historia del país, que dejó alrededor de 300,000 muertos y cientos de miles de personas desplazadas de sus hogares, sin acceso a agua potable ni saneamiento. Allí trabajó en un proyecto instalando baños de compostaje con la organización GiveLove, una ONG que organizó el primer plan piloto a gran escala para crear compostaje con desechos humano en respuesta a la urgente necesidad de saneamiento en los campamentos de desplazados. La ONG se enfoca en transformar desechos en recursos: convertir un problema de salud pública en una solución ambiental, uniendo diseño ecológico con justicia social. Al generar fertilizante a través de este proceso, las personas pueden cultivar huertos para alimentar a sus familias y generar ingresos en mercados locales. Para quienes enfrentan crisis de saneamiento, seguridad alimentaria y falta de recursos, este tipo de intervención puede cambiar la vida.

Para David, esa Pasantía marcaría el inicio de una larga relación con Haití que continúa hasta hoy. Más de una década después, colabora con la organización Hand in Hand Haiti, una fundación suiza que trabaja en temas como acceso a agua potable, riego, reforestación y manejo de residuos. David es miembro de la Fundación y consultor en diversos proyectos de agroecología, incluyendo uno que promueve la cría de cabras y ganado en alianza con granjas y organizaciones locales. Debido a la crisis de seguridad y derechos humanos que vive Haití, no ha podido viajar como antes, pero mantiene contacto con el equipo local para brindar apoyo y asesoría.

 

“Mi paso por EARTH siempre impacta lo que hago. El énfasis en el desarrollo comunitario, en proyectos prácticos, en colaborar directamente con las personas y con organizaciones como en la que trabajo ahora, todo eso lo aprendí en EARTH. Mi trabajo en Haití no habría sido posible sin haber estudiado ahí. Todavía influye en mí, en la forma en que hablo con la gente, en cómo me comunico, en los lugares donde quiero trabajar y en los proyectos en los que deseo involucrarme”, cuenta.

 

Felicitamos a David por su compromiso de trabajar con poblaciones vulnerables y por vivir los valores de EARTH para ayudar a construir una sociedad más justa y sostenible.

La Cooperativa CoopeCuna nació como un proyecto de agroturismo, pero con el pasar del tiempo se ha ido transformando: poco a poco ha encontrado en la innovación y las alianzas estratégicas una vía para fortalecer la producción de aceites esenciales y diversificar su oferta de productos.

 

Su trabajo más reciente lo realizó con el acompañamiento de estudiantes de la Universidad en el marco del curso Escenario Comunidad y el apoyo de otras unidades y centros como el Programa de Desarrollo Comunitario (PDC), el Laboratorio de Procesamiento de Alimentos (LPA) y EARTH Futures. De esta forma, la cooperativa marca un paso importante hacia nuevos mercados internacionales y la generación de valor agregado en cultivos de plantas medicinales para consumo local.

 

CoopeCuna es una de las Organizaciones de Productores Agrícolas (OPAs) que participa en el Proyecto Sistemas Agroalimentarios Resilientes (RAS) de EARTH Futures, una iniciativa financiada por la Fundación Walmart que busca un mejor acceso a mercados y mejorar las prácticas agrícolas y las estructuras organizativas de las OPAs participantes. Con este acompañamiento, las y los integrantes de la cooperativa, han logrado mejorar sus sistemas productivos y crear alianzas con otras instituciones para ampliar su alcance.

CoopeCuna también es uno de los anfitriones del PDC, una plataforma de aprendizaje académico que promueve el intercambio de conocimientos entre estudiantes y actores de distintas comunidades. Con CoopeCuna trabajan estudiantes de primero, segundo y cuarto año, así como profesores del Escenario Comunidad, que es parte de los cursos Experiencia de Trabajo y Experiencia Profesional. El objetivo de la experiencia en comunidad es impulsar el desarrollo de habilidades y actitudes en los estudiantes para convertirlos en agentes de cambio capaces de implementar y desarrollar proyectos que mejoren la calidad de vida en las zonas rurales y, a su vez, que las y los anfitriones puedan aprender y enseñar, de una forma realista y con objetivos clave, sobre prácticas productivas.

 

Maria Fernanda Rodriguez Suriano (Promoción 2025, México) es una líder estudiantil en el Escenario Comunidad, y trabaja bajo la asesoría del profesor Sergio Callau, con apoyo del PDC y LPA de EARTH. Su proyecto con CoopeCuna tiene como objetivo dar valor agregado a los cultivos de plantas como orégano, juanilama y eucalipto, la materia prima con la que usualmente se hacen los aceites esenciales. Maria Fernanda logró adentrarse en el mundo del valor agregado, desarrollando una estructura de costos actualizada, liderando estudios de mercado y participando en la creación de un nuevo producto: gomitas medicinales.

“El inicio fue retador, porque tuve que aprender desde cero y salir de mi zona de confort, pero ha sido muy enriquecedor ver cómo una idea que parecía lejana, como las gomitas, se volvió tangible y llena de ilusión a los productores. Doña Sonia, una de las líderes de la cooperativa, me dijo que siempre soñó con este producto, y ahora es una realidad que puede llegar al mercado”, cuenta la estudiante.

 

El proceso incluyó encuestas en macrobióticas y farmacias de la región Caribe, y pruebas sensoriales y formulaciones realizadas con Ivannia Sánchez, encargada del LPA, Aracelly Cordero, profesora del curso Procesamiento de Alimentos, y los estudiantes de cuarto año Paola Tipás (Ecuador), Adam Vorster (Sudáfrica) y Joselin Mora (Panamá). Tras varios intentos, el equipo logró un prototipo estandarizado que hoy avanza hacia su formalización con etiquetado nutricional y permisos sanitarios.

Además de las gomitas, el equipo de PDC y los estudiantes y profesores del Escenario Comunidad han trabajado en el desarrollo de prototipos como chocolates infusionados con aceites esenciales como naranja y juanilama, y han brindado capacitaciones a los productores, fortaleciendo la visión de CoopeCuna de ofrecer salud y bienestar a través de sus productos. Este esfuerzo suma a las mentorías y capacitaciones realizadas por EARTH Futures para que la cooperativa pueda alcanzar su máximo potencial para alcanzar mercados globales como Canadá y Europa.

 

Aunque la intervención formal de EARTH Futures está por concluir, los proyectos desarrollados dejan bases importantes para que CoopeCuna continúe creciendo con acompañamiento del Proyecto de Desarrollo Comunitario de EARTH y de otras instituciones aliadas. El reto inmediato será consolidar su posicionamiento en mercados internacionales con los aceites esenciales, sin dejar de lado las oportunidades de diversificación para ofrecer productos como las gomitas medicinales y el chocolate artesanal.

Durante los últimos siete años Tariq S. Kelly (Promoción 2017, Jamaica), graduado de EARTH y parte del Programa de Becas de Mastercard Foundation, se ha desempeñado como Gerente de Cultivos de Piña y Coco en JP Tropical Foods, una compañía que cuenta con una finca de 190 hectáreas en su país y que es una de las principales productoras de banano, piña, plátano y coco. Dentro de su rol dirige a un equipo técnico que supervisa, administra y se encarga de la gestión poscosecha, control de calidad, reparaciones y mantenimiento. Durante su gestión, ha contribuido a mejorar las prácticas agrícolas en la finca; implementó un software de gestión de cultivos, sistemas de control de procesos y estaciones meteorológicas para respaldar el monitoreo de la productividad agrícola basado en datos, y también trabajó para mejorar la calidad y la capacidad tecnológica de los métodos utilzados.

 

Aunque Tariq creció como un chico de ciudad en la capital, Kingston, su participación en 4H, una organización de desarrollo juvenil enfocada en construir habilidades para la vida, lo llevó a conocer por primera vez sobre EARTH. En ese momento quería estudiar informática, pero al conocer el plan de estudios y el enfoque de la Universidad, se dio cuenta de que el programa le interesaba mucho. Como él mismo comparte: “Investigué los cursos y me gustó lo que vi. Sentí que estaba hecho para mí”. Tras ser seleccionado para unirse al Programa de Becas de Mastercard Foundation, inició sus estudios en EARTH.

La formación técnica de Tariq se refleja en su labor para modernizar la agricultura mediante tecnologías como sensores de riego, agricultura de precisión y prácticas modernas en nutrición de cultivos. “Hace falta más conocimiento técnico en las islas. Tenemos que seguir innovando”.

Por sus esfuerzos al liderar e implementar esos cambios e innovación en su trabajo, en el 2024 estuvo entre las 13 personas reconocidas y homenajeadas en los Impact Awards del Ministerio de Agricultura de su país y del periódico Agriculturalist Newspaper. Fue reconocido por “haber transformado de manera significativa el panorama agrícola de Jamaica”

Tariq recibió el Premio al Gerente de Finca Emergente e Innovadora en reconocimiento a sus “contribuciones creativas y transformadoras a las prácticas agrícolas modernas y la agricultura innovadora”. El reconocimiento tuvo gran relevancia, y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Minería agradeció formalmente a los galardonados afirmando: “Su perseverancia e innovación están impulsando el crecimiento y el desarrollo sostenible en la agricultura, y su trabajo nos inspira a imaginar un futuro próspero para nuestros sistemas alimentarios”.

 

Actualmente Tariq cursa una maestría en administración de empresas y sueña con algún día crear su propia empresa para capacitar a pequeños productores. “Me encanta la parte financiera, especialmente las finanzas agrícolas. A menudo, los agricultores inician un nuevo negocio sin conocer mucho sobre la parte financiera. Es muy importante que entiendan el flujo de caja y cómo manejar su negocio. Me veo trabajando en ese sector, enseñando a la gente a planificar y gestionar eficientemente sus proyectos desde el inicio”.

Hoy, como un líder consolidado en el sector agrícola de Jamaica, Tariq recuerda su paso por EARTH con aprecio por el enfoque único de la Universidad y la amplitud de habilidades que adquirió al obtener su título. “Todos los cursos me han ayudado de alguna manera en el presente, ya sea en lo técnico, lo social o lo ambiental. EARTH me dio una base sólida para salir al mundo laboral. El enfoque de aprender haciendo me dio experiencia práctica. Las habilidades comunitarias, socioemocionales que aprendí son fundamentales para lo que hago ahora. EARTH es un lugar especial por la forma en que enseña. No se trata solo de pasar exámenes. Los profesores realmente se comprometen con los estudiantes”.

Felicitamos a Tariq por el aporte a su comunidad y por su papel de liderazgo en innovación. Le deseamos muchos éxitos y confiamos en que tendrá un impacto profundo donde sea que vaya.

Cualificaciones:

El candidato o candidata debe tener las siguientes calificaciones:

  • Título universitario (preferiblemente doctorado) en ciencia animal o áreas afines (zootecnista, médico veterinario o ingeniero agrónomo).
  • Amplia experiencia práctica en producción animal.
  • Experiencia en sistemas de producción animal con aplicación de técnicas sostenibles.
  • Excelencia docente demostrada (adjuntar evaluaciones).
  • Excelentes habilidades de comunicación en español e inglés.
  • Excelente habilidad para trabajar en equipos interdisciplinarios y multiculturales.
  • Disposición a vivir, trabajar y movilizarse en zonas rurales en Costa Rica.
Responsabilidades:
  • Facilitar a estudiantes el aprendizaje de principios, destrezas y experiencias prácticas en sistemas de producción agropecuaria sostenibles a través de los diferentes cursos brindados en la carrera.
  • Formar parte activa del equipo de trabajo de la unidad académica de producción animal.
  • Facilitar el aprendizaje de los estudiantes a través de principios y a través de experiencias aplicadas en un entorno multicultural y diverso.
  • Participar en actividades de proyección de la Universidad y el programa de Relaciones Académicas Internacionales.
  • Participar en proyectos de investigación, en el curso Experiencia de trabajo y otras actividades que involucren a estudiantes de la Universidad y en actividades científicas o profesionales de su campo.
  • Apoyar otras actividades del programa académico y servicio a la Universidad (en ambos campus: Guácimo, Limón y Liberia, Guanacaste) que contribuyen a la formación integral del estudiante.

Competencias:
  • Título universitario en Agronomía (específicamente Fitotecnia) con una maestría o doctorado en el área de especialidad o afín, con amplia experiencia práctica en la producción de cultivos tropicales, fisiología de cultivos, nutrición vegetal y agricultura sostenible.
  • Excelencia docente demostrada (adjuntar evaluaciones).
  • Excelentes habilidades de comunicación en español e inglés (escrito y oral).
  • Excelente habilidad para trabajar en equipos interdisciplinarios y multiculturales.
  • Disposición a vivir, trabajar y movilizarse en zonas rurales.
Responsabilidades:
  • Impartir los cursos de Cultivos Tropicales.
  • Facilitar al estudiante el aprendizaje de principios, destrezas y experiencias teórico-prácticas en sistemas de producción de cultivos enfocados en los trópicos.
  • Facilitar el aprendizaje de los estudiantes a través de principios y experiencias aplicadas en un entorno multicultural y diverso.
  • Participar en actividades de proyección de la Universidad y el programa de Relaciones Académicas Internacionales.
  • Participar en proyectos de investigación, en el curso Experiencia de trabajo y otras actividades que involucren a estudiantes de la Universidad y en actividades científicas o profesionales de su campo.
  • Apoyar otras actividades del Programa Académico en ambos Campus (Guácimo, Limón y Liberia, Guanacaste) y cualquier otro servicio a la Universidad que contribuya directamente a la formación integral de los estudiantes.

Siendo niña, para Lucina Martínez Régules (Promoción 2004, México) comunidad significaba organizar a los vecinos y construir a base de esfuerzo un camino que conectara a su pueblo con otros; significaba acarrear a hombro las piedras, los blocs y el cemento para levantar una escuela; significaba que “hasta los gatos debían cazar ratones y los perros cuidar de las casas para ganarse el alimento del día”. Para ella, comunidad era – y sigue siendo – una forma de ser y estar en el mundo. Una forma en la que cada individuo es un sujeto de derecho y por tanto, también una persona que tiene la obligación de aportar al trabajo colectivo.

 

Lucina forma parte del pueblo originario chinanteco que habita en el estado de Oaxaca, México. Cuando tenía seis años, tomaba su padre de la mano y asistía a las asambleas en donde tomaban decisiones importantes sobre infraestructura, trabajo comunitario, y necesidades individuales o colectivas. Fue en esos espacios en los que, siendo muy pequeña, entendió el sentido de justicia. Y lo hizo una parte esencial de su vida.

Antes de llegar a EARTH, ya había sembrado la semilla de su camino profesional: se había graduado como técnica en desarrollo comunitario y había trabajado con el Consejo Nacional de Fomento Educativo. Tenía claro que quería usar el conocimiento que iba a adquirir en la Universidad para nutrir el sueño de volver a su casa y seguir trabajando con las comunidades de Oaxaca, especialmente con San Juan Bautista de Tuxtepec, el lugar en que creció. Nunca se imaginó trabajando para grandes compañías, grandes industrias ni centros de investigación científica. Quería entender cómo funcionaban las cadenas de valor para impulsar las de su gente, y para poder aportar a un trabajo constante por la soberanía de las tierras de los pueblos originarios.

Al graduarse, Lucina regresó a México y ese objetivo no cambió. Comenzó a trabajar con pequeños productores desde una empresa privada, capacitándolos y organizándolos para mejorar sus oportunidades en los mercados de exportación. Años después, se sumó a la academia para formar a nuevos profesionales en Agronomía, pero su vocación comunitaria la llevó a laborar con la Secretaría de Desarrollo Agropecuario de Oaxaca, como coordinadora regional. En ese cargo acompañó a productores agrícolas y ganaderos en 21 municipios de su región, y fue ahí donde empezó a identificar con mayor claridad un patrón estructural: las comunidades indígenas no tienen las mismas reglas del juego que el resto. “Los que están en desventaja no pueden competir con las mismas reglas que los que sí tienen ventajas y privilegios. El gobierno no puede tratar a todos por igual cuando hay desigualdades”, explica.

Ese pensamiento, que había germinado desde la infancia, encontró un nuevo cauce en el 2018 cuando fue invitada a integrarse al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), una institución del gobierno federal encargada de salvaguardar los derechos de los pueblos originarios de México. Desde entonces, su trabajo se ha centrado en promover y defender dos derechos fundamentales: la autonomía y la libre determinación de los pueblos indígenas, así como el derecho a la consulta previa, libre e informada. Para comprender a fondo estos marcos jurídicos, Lucina comenzó a estudiar leyes por su cuenta. “El conocimiento técnico que adquirí en EARTH me ha servido enormemente, pero también ha sido clave incorporar esta mirada legal, porque ahora trabajo desde los derechos en un marco jurídico y no tanto desde el acompañamiento social”.

 

Uno de los grandes frentes en los que trabaja actualmente es la protección del patrimonio cultural indígena, en especial el saber textil de las mujeres artesanas. Lucina, junto con su equipo, impulsa procesos para que estas mujeres sean reconocidas no solo como creadoras de belleza y tradición, sino también como sujetas de derecho. “Esto que ves no es solo una blusa”, dice, señalando su vestimenta tradicional chinanteca. “Es todo un lenguaje, cada puntada tiene un significado. Es una forma de ver el mundo que ha sido plagiada por grandes compañías de fast fashion y por eso debemos protegerlo”.

Aunque en el 2019 se aprobó en México una ley que castiga este tipo de apropiación, todavía no existen mecanismos claros para aplicarla. Lucina trabaja directamente con las mujeres para crear ese camino: protocolos, procesos, documentación legal y la posibilidad real de defender su herencia cultural ante un tribunal. “Queremos que puedan demostrar que eso es suyo, y que si alguien lo plagia, que haya consecuencias. Es una forma de violencia económica, emocional, simbólica. Y muchas mujeres han salido de círculos de violencia gracias a lo que tejen, a lo que crean. Necesitamos proteger esa cadena de valor”.

 

Además de la defensa del patrimonio textil, Lucina lidera proyectos en el INPI que van desde la educación indígena en albergues infantiles y juveniles, hasta el diseño participativo de políticas públicas para la protección de los recursos naturales. Reconoce que muchas comunidades están resistiendo el ingreso de industrias extractivas como la minería, y que esa resistencia es una forma legítima de ejercer su autonomía. “La Organización de las Naciones Unidas reconoce que muchos de los recursos naturales disponibles están en territorios indígenas. ¿Por qué? Porque ahí se han conservado. Porque los pueblos originarios no vemos la naturaleza como algo que se extrae, sino como algo que se cuida para las futuras generaciones”.

Para Lucina,  cuando una política pública llega desde fuera y le dice a la comunidad “esto es lo que ustedes necesitan”, sin escucharla y diagnosticar los retos y necesidades reales, eso es una imposición con un carácter colonial. Por eso ella lucha para que los saberes de los pueblos se respeten y se valore que ya hay prácticas culturales, económicas y ambientales que son valiosas y que muchas veces solo necesitan un impulso para que comience el verdadero desarrollo.

 

Hoy, después de más de veinte años de trayectoria profesional, Lucina mira hacia atrás y reafirma que la educación en EARTH fue un pilar para llegar hasta aquí. “En EARTH aprendí a analizar la cadena de valor, a comprender los sistemas productivos, a mirar lo económico. Pero lo más importante fue poder integrar eso con la defensa de los derechos. Hoy no solo busco mejorar las condiciones de vida de las personas, sino hacerlo desde su dignidad. Desde lo que ellos ya son. Desde lo que saben hacer”.

 

La Lucina de seis años es ahora una mujer indígena, ingeniera en Ciencias Agrícolas y abogada, y es ella quien toma con firmeza la mano de hombres y mujeres, niños y niñas, para construir nuevos caminos de conocimiento, derechos y lucha colectiva.

En el Campus Guácimo de EARTH se encuentran las fincas didácticas que se convierten en las principales aulas para los estudiantes. Es en estos espacios mezclan la práctica con los conocimientos técnicos, con el acompañamiento de la facultad y los funcionarios. Una de esas fincas es Pecuaria, en donde aprenden sobre la Producción Animal partiendo del compromiso con la sostenibilidad y con el bienestar de vacas, caballos, ovejas y otras especies.


Désde el año 2024, el profesor de Sistemas Agropecuarios Sostenibles, Leslie Antonio González, comenzó a liderar una investigación innovadora y pionera en Costa Rica y en Centroamérica, enfocada en el uso de bolos ruminales, un pequeño dispositivo instalado dentro del rumen de una vaca, el compartimiento más grande de su estómago. Este dispositivo tiene sensores de alta tecnología para monitorear en tiempo real el estado fisiológico de los animales y tomar decisiones más acertadas para su salud, reproducción y bienestar.


Los dispositivos, diseñados originalmente para ganado estabulado en Europa, están siendo probados por primera vez en condiciones tropicales y con vacas de cruces adaptadas al trópico, que requieren rusticidad y resistencia al calor. Los bolos ruminales recolectan datos clave como temperatura, pH, actividad, consumo de agua y signos de celo, y los transmiten a la nube. Desde una aplicación, el sistema alerta sobre cambios fisiológicos: indica si una vaca ha dejado de tomar agua, si su temperatura es anormal, o si presenta inactividad que podría estar asociada a una enfermedad. En gráficas codificadas por colores, cada punto representa una observación, y las alertas rojas o amarillas se disparan cuando se detecta alguna anomalía.


Esta tecnología representa una herramienta para anticipar enfermedades, reducir el uso de antibióticos y mejorar la calidad de vida de los animales. La Finca Pecuaria cuenta actualmente con 25 vacas y los bolos ruminales fueron colocados en 10 de ellas. Las vacas que formaron parte de la investigación fueron seleccionadas por no tener experiencia de parto previa, por tener producciones similares entre ellas y por un máximo de tres cruces raciales. “Este tipo de tecnología fue creada para vacas puras en climas templados. Nuestras vacas necesitan una combinación genética para sobrevivir y producir leche en el trópico”, menciona González, quien se ha dado a la tarea y ha asumido el reto de tropicalizar el sistema.

Varios estudiantes se han involucrado en la investigación y están trabajando en el análisis de variables como el estrés térmico, correlacionando el aumento de temperatura con posibles enfermedades. Cada vez que el sistema emite una alerta, los estudiantes verifican el estado de salud del animal midiendo frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca y comportamiento. Hasta el momento, todas las alertas han coincidido con signos clínicos observables.


Más allá del monitoreo individual, los datos están permitiendo abrir nuevas líneas de investigación; por ejemplo, se está analizando el efecto de la temperatura del agua sobre el bienestar animal, y se está comparando del rendimiento de vacas en potreros con y sin sombra, en colaboración con otros miembros de facultad, como Lester Rocha, profesor del curso Proyecto de Graduación y experto en sistemas silvopastoriles.


Además, los datos están siendo implementados en mejoras dentro de la lechería del Campus, como a través de la instalación de ventiladores para regular la temperatura. En el futuro cercano, se espera automatizar la lechería con collares inteligentes y sistemas que dosifiquen alimento y controlen la salud reproductiva de cada vaca de forma automática.


En Costa Rica, un país con amplia cobertura eléctrica y conectividad, la ganadería inteligente es una oportunidad real. Aplicar tecnologías como los bolos ruminales podría ser un acto revolucionario para mejorar las prácticas de una industria que debe ser más sostenible y responsable con el bienestar de los animales.

En la década de los 80 EARTH nació como proyecto y promesa para el futuro. En ese entonces, la propiedad adquirida para construir el Campus Guácimo ya contaba con una finca comercial de banano, un cultivo común en el Caribe costarricense, y en una zona que ha sido marcada históricamente por la industria bananera a nivel cultural, económico y ambiental.

 

En lugar de cerrar la finca, los fundadores de EARTH decidieron convertirla en parte de un proyecto integral que rompería paradigmas y abriría nuevas oportunidades de desarrollo a nivel local e internacional. Es así como, desde hace 40 años, la Operación Comercial de Banano EARTH ha sido pionera en prácticas agrícolas innovadoras que buscan, ante todo, proteger los recursos naturales, la biodiversidad y la salud de los ecosistemas. La Operación forma parte de EARTH Ventures, la división de negocios de la Universidad en la que se ponen en práctica los valores institucionales y que, además, aporta a becas estudiantiles y fondos operativos de EARTH.

Gracias a una relación de más de 20 años con Whole Foods Market, la Operación Comercial ha crecido como un ejemplo de negocio responsable. Actualmente, cuenta con certificaciones como Rainforest Alliance, Sourced for Good y Global GAP.  Asimismo, en el 2020, se unió a un grupo de fincas bananeras sostenibles para ser parte de un proyecto liderado por EDEKA, la cadena de supermercados más grande de Alemania a la cual la Operación ya suplía, y por World Wildlife Fund (WWF). Técnicos del proyecto dan un acompañamiento integral a las fincas miembro para implementar prácticas agrícolas más sostenibles y para analizar sus tomas de decisiones, generarando así soluciones realistas frente a las demandas del mercado.


El proyecto EDEKA-WWF se concentra en un área de 95 hectáreas, llamada Bloque 4, equivalente al 22% del total de la finca. “WWF no quería otra certificación sino crear una herramienta viva que pudiera evolucionar, corregirse y demostrar con datos que las cosas pueden hacerse mejor”, explica Adrián Jiménez, Gerente de Cultivos Comerciales. Después de un proceso de preparación, validación y compromiso técnico, EARTH se convirtió en la primera finca bananera de Costa Rica en ser validada por WWF bajo este modelo. La exportación de fruta producida en estas condiciones comenzó en noviembre del 2022.

Entre las transformaciones más significativas está la eliminación total del uso de herbicidas. En lugar de aplicar químicos para eliminar la vegetación no deseada, se optó por dejar crecer coberturas vivas con plantas arvenses que ayudan a proteger y enriquecer el suelo. Esta estrategia también se aplicó a los canales de drenaje, que ahora están completamente cubiertos de vegetación, lo que evita que los residuos químicos lleguen al agua.

 

La reducción de la carga química también ha sido prioritaria para las organizaciones involucradas. Desde el 2021, no se aplican productos de etiqueta roja o amarilla para el control de nematodos(parásitos de las plantas), y se han introducido alternativas como extractos de canela, quitina y otros productos biológicos. A esto se suma un programa de reducción progresiva del uso de fungicidas para el manejo de Sigatoka, una enfermedad común en el cultivo de banano. Por su lado, en la planta empacadora, el enfoque se ha volcado hacia la eficiencia en el uso del agua y se busca, año con año, reducir la cantidad de agua utilizada por kilogramo de banano procesado.

Como muchas prácticas regenerativas y sostenibles, los efectos no son inmediatos, pero ya hay señales alentadoras: en épocas de sequía, por ejemplo, los suelos cubiertos con vegetación conservan la humedad mucho más que los expuestos. Al remover las coberturas, la tierra aún está húmeda por debajo y es posible ver la existencia de microorganismos.

 

“Esto no es como la agricultura convencional, en la que se aplica algo y se tiene una respuesta inmediata. Aquí la lógica es otra: restaurar el equilibrio del suelo para que la vida vuelva a florecer y, con ella, una producción más sana y resiliente”, cuenta Jiménez.

Aunque los resultados de cada acción tomada se verán hasta en un mediano y largo plazo, WWF cuenta con un equipo de científicos que están analizando la biodiversidad para identificar lo que consideran “especies indicadoras”, como aves, peces, anfibios, y algunos tipos de insectos y mamíferos que, sí están presentes en la plantación, son una señal de la salud de los ecosistemas. Esa línea base permitirá en el futuro comparar los cambios y evaluar si las prácticas agrícolas han favorecido el aumento de la biodiversidad. También se está trabajando en una metodología para medir la captura de carbono en el suelo, un indicador clave en la lucha contra el cambio climático.

Sobre la mesa hay un plan y un sueño: que este modelo se pueda expandir a otros bloques de la finca y que EARTH continúe siendo un modelo para que otras instituciones de la industria del banano, puedan acercarse a la propiedad con el fin de aprender e implementar las prácticas sostenibles en otros espacios de Costa Rica, Latinoamérica y el mundo.

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