Mujeres rurales que rompen estigmas

Archivado en: Historias EARTH
Fecha: 15 de Octubre de 2021

Desde el 2007, las Naciones Unidas declaró que cada 15 de octubre será un día para recordar el papel esencial de las mujeres rurales, mujeres que siembran la tierra, que cuidan sus hogares, que luchan por la seguridad alimentaria de sus comunidades y que, además, se enfrentan a desafíos diarios en los que deben hacer todo lo posible por lograr la inclusión, por erradicar la pobreza, y por empoderarse y educarse en un mundo que, muchas veces, les ha cerrado las puertas.

Anita Kotochi trabajando en el campo.

Nuestra Universidad reconoce el esfuerzo que hacen muchas estudiantes y graduadas para convertirse en profesionales y volver a su país, llenas de conocimientos, herramientas y crecimiento personal, con el objetivo de generar un cambio positivo que va desde la raíz. Las mujeres rurales de EARTH, han sido – y seguirán siendo – un ejemplo para cientos de niñas y jóvenes alrededor del mundo.

¿Cómo son sus vidas y a qué retos se enfrentaron antes de venir a nuestra Universidad?

Una mujer rural de Ghana

Retrato de Anita.

Anatu Borewah Anita Kotochi (Promoción 2021), becada por la Fundación Mastercard, ama estar en la naturaleza. Dice que no se imagina un trabajo de oficina, que para ella es fundamental sentir el color verde en la piel, en los ojos, en la vida entera, y que, por eso, sin entender muy bien a lo que iba, decidió estudiar Agronomía.

Creció con su abuela, pero veía a sus padres campesinos trabajar la tierra, esperar la lluvia con paciencia, y consumir y comercializar lo que ellos mismos producían. Creció también viendo a muchas mujeres trabajar en el campo, cargando a sus hijos más pequeños en la espalda y haciendo que las y los niños de más edad participaran en las actividades diarias, como recogiendo leña o cargando agua.

Retrato de Anita.

Aunque las mujeres de su comunidad son esenciales para la agricultura, Anita y muchas de ellas se han tenido que enfrentar a los mismos retos: lograr autonomía, inclusión social y respeto.

Me costó mucho que mi familia aceptara que me quería dedicar a la agricultura. Mi papá no lo podía entender, pensaba que no era una carrera para mujeres. Poco a poco, mi familia ha visto mi desarrollo profesional y han visto lo que puedo hacer por la comunidad, y ahora me apoyan y están orgullosos de mí. Ha sido un cambio para todos. Nos hemos quitado el estigma. Creo que la educación es fundamental para que otras personas también cambien su mentalidad, y siento la responsabilidad de hablar a través de mi ejemplo. No podemos hacer nada sin la agricultura, dependemos de ella. Quiero que todos en mi país lo entiendan y que más mujeres se eduquen como yo”, menciona.

Anita es lideresa en la Experiencia Profesional de la Finca Integral Orgánica.

Hace unas semanas, Anita regresó al Campus Guácimo después de realizar sus tres meses de pasantía en Ghana. Estando ahí, estuvo a cargo de crear una huerta mandala comunitaria. Está a poco tiempo de graduarse y sueña con volver a su país y tener su propia finca, un espacio en el que otras mujeres puedan aprender más sobre la agronomía, para sacar mayor provecho de sus recursos, para que puedan poner en práctica la agricultura sostenible y para crear nuevas fuentes de ingresos.

Una mujer rural de México

Retrato de María.

María de Dolores Jiménez Méndez (Promoción 2024), viene de una comunidad rural y pequeña del estado de Campeche, en México. Se recuerda a sí misma con seis años, trabajando desde entonces con sus papás en una milpa en la que crecen cultivos como el maíz, el tomate y el frijol, el sustento de su familia, la única fuente de ingresos.

En su pueblo, muchas mujeres salen a trabajar la tierra, y luego venden sus cosechas en los mercados. Otras, aunque desean hacer lo mismo, deben ajustarse a la voluntad de sus parejas por temas culturales y por la tradición, una tradición que, desde muy joven, María estuvo dispuesta a romper.

María trabajando en la Finca Periurbana.

Yo decidí seguir estudiando porque no me gusta obedecer, que me digan que no, que me corten las alas, ni depender de un hombre. Desde que tengo uso de razón, le he dicho a mi mamá que ella puede ser una mujer independiente, y con el pasar del tiempo, así lo ha sido. Mi mamá ha aportado muchísimo en el trabajo que hacemos en el campo. Muchas veces, ella y yo nos levantábamos a las 4 de la mañana para tomar el primer bus a nuestra milpa, caminábamos 10 kilómetros por día y aunque el cansancio puede ser terrible, hacíamos el trabajo por nuestra cuenta. Ella todavía lo hace: madruga, camina, siembra, cosecha y nos cuida”, cuenta.

Retrato de María.

Aunque María apenas está cursando el primer año de su carrera en EARTH, ya ella puede sentir el cambio. Puede ver como se está comenzando a llenar de herramientas para empoderar a otras mujeres rurales. Cree, con convicción, de que, si ella fue capaz de cambiar la mentalidad de su propia familia, podrá hacerlo con otras mujeres que también se enfrentan diariamente a una violencia sistemática, muchas veces arraigada a la cultura, que no permite su desarrollo profesional, económico y personal.

 

Una mujer rural de San Cristóbal y Nieves

Fazeena ama trabajar por el bienestar animal.

Fazeena Persaud (Promoción 2023), nació en Guyana, pero creció en San Cristóbal y Nieves, el país más pequeño del continente americano, lleno de playas de arena blanca y de lugares que, antes de la pandemia por COVID-19, eran diariamente visitados por cientos de turistas.  Aunque la principal actividad económica del país está basada en el turismo, Fazeena viene de una familia de agricultores. Sus padres siembran y cosechan cultivos como lechuga, papa, banano y mango. Además, tienen gallinas y conejos. Desde ahí viene su amor por los animales y la naturaleza.

Fazeena recuerda que cuando estaba en la secundaria, una profesora preguntó en una clase: ¿díganme algún alimento que se pueda hacer y que sea posible sin la agricultura? Ni ella ni sus compañeros encontraron una respuesta. A partir de ahí, supo que quería dedicarse a la Agronomía.

Retrato de Fazeena en la Finca Periurbana.

“Esa pregunta me hizo pensar en todo lo que hacemos, y lo que podríamos hacer, gracias a la agricultura. La principal fuente de trabajo en mi país es el turismo, sin embargo, creo que tenemos la capacidad de producir más de los alimentos que consumimos. Con la pandemia por COVID-19, el turismo cayó y nos hemos dado cuenta de que necesitamos otras formas de tener seguridad alimentaria. Por eso, cuando termine mi carrera en EARTH, quiero volver a casa y trabajar en proyectos que impulsen el desarrollo agrícola, porque tenemos el potencial de producir más y hacerlo de forma sostenible”, dice Fazeena.

Fazeena trabajando en el campo.

Ella también se tuvo que enfrentar a estigmas culturales para romperlos y seguir en su camino profesional. Según cuenta, muchas personas piensan que dedicarse a la agricultura es sinónimo de falta de educación y pobreza. Dice también que en su país se espera que las mujeres se dediquen a carreras vinculadas con los negocios; pero ella ve otra cosa en lo que eligió para sí misma, en sus ojos, la agronomía es una oportunidad de crear empleo, de impulsar el desarrollo económico y sostenible de la región, de trabajar con organizaciones gubernamentales para impulsar la seguridad y la soberanía alimentaria.

Como Anita, María y Fazeena, las mujeres que pasan por nuestra institución se convierten en una semilla de esperanza para generar una transformación social, sostenible y económica globalmente.

Hoy, 15 de octubre, celebramos a todas las mujeres que, como ellas, llevan con orgullo las tierras rurales de las que vienen.